GASTRONOMIA TRADICIONAL VS MODERNA
Fabada asturiana, cocido madrileño, paella mediterránea, platos contundentes y pan para acompañar. Parece que estos conceptos se han quedado anticuados para los maestros de la cocina, quienes ahora prefieren platos con formas imposibles, con contenido muy cuestionable, ingredientes complicados y novedosos y para “carteras bien alimentadas”.
Muchos la odian, otros la admiran. Es lo que suscita la nueva gastronomía conocida como “gastronomía contemporánea”, también llamada “gastronomía molecular”, “tecno emocional” o de “vanguardia creativa”, que como se intuye en el primer párrafo, representa lo contrario a la cocina tradicional.
No puedo evitar pensar en los objetivos que creo que tiene este nuevo tipo de cocina, con la intención de criticarla más que de apoyarla, sintiéndolo mucho por sus admiradores y creadores.
La cocina tradicional cumple con los requisitos que demanda un cliente en un restaurante: Pagar por comer bien, equilibrando la cantidad, calidad y placer del comer con el precio.
Sin embargo la cocina contemporánea (llamémosla como se la ha denominado) hace más referencia a lo que podría demandar un cliente de un museo, quien espera encontrar en las exposiciones algo diferente y original de lo que disfrutar con la vista.
Con esto me refiero a una idea muy simple pero en la que muchas personas se encontrarán de acuerdo conmigo: la nueva cocina consiste en decorar los platos, dando más importancia a la originalidad, a los colores (incluso de los platos o recipientes) y a lo increíblemente raro antes que al fin de dejar a sus clientes satisfechos, así como ocurre con la contemplación de obras artísticas.
No más allá de la realidad, somos conscientes que este tipo de gastronomía en restaurantes no es demasiado acorde con el concepto “económico”, los precios de estos platos suelen ser desorbitados, cobrando la capacidad creativa e imaginativa del cocinero, más que su esfuerzo en realizar ese plato.
Una de las cosas que puedo criticar además del precio, es cómo se consideran cada vez más los platos tradicionales, los de toda la vida, que parecen empezar a ser vulgares o de poco gusto y finura.
Para acabar, debería decir que para mí el hecho de poder disfrutar en un restaurante de un plato típico, con la comodidad de saber cómo empezar a comerlo y la seguridad de que el precio habrá merecido la pena, no tiene comparación con lo que hoy en día los maestros gastronómicos quieren meternos por los ojos, pensado muy astutamente para su bolsillo y para su trabajo empleado en realizar estos platos.
No perdamos las costumbres, ni los platos que durante años y siglos han formado parte de nuestras culturas y mesas más humildes para dar paso a lo que, sin duda alguna, no se trata más que de un recipiente ridículo con gotas de siropes y hojas de perejil.
Las carteras de los reposteros de la "comida fina y moderna" es lo único que sale lleno de estos restaurantes, porque lo que es un consumidor... agradecería un Mcdonals a la salida del establecimiento.
ResponderEliminar¡Arriba la comida de toda la vida!
Ayer mismo me contó un amigo que había probado la "croqueta líquida" de Ferrán Adrià en el Casino de Madrid (no es que me codee con la élite, pero su padre trabaja allí y tiene ciertos privilegios jaja), el caso es que este plato está dentro de un pequeño menú de degustación que cuesta alrededor de los 180€ por persona. Mi amigo me dijo que lo servían en una cuchara, y que era besamel con trocitos de jamón, ingenua de mí, que le pregunto ¿pero cuántas cucharas te ponen? y me dice mi amigo que una, creo que no hace falta que diga más, mi cara de asombro en ese momento lo dijo todo, solo fui capaz de preguntar a mi amigo por el tamaño de la cuchara: cuchara, cucharón, cazo? :S No, una cucharita de café.
ResponderEliminarNo podría estar más de acuerdo. Parce que hoy en día la decoración y la originalidad prima ante el buen comer y la sensación que uno tiene cuando ha disfrutado de una buena comida o cena. Si bien es cierto que el dicho tradicional y no contemporáneo que la comida entra por los ojos es una verdad como un templo, es decir, cuanto más atractiva y más colorida la presentación mucho más apetecible se hace al paladar.
ResponderEliminarAdemás, decir que la cocina y repostería de vanguardia se asocia a un determinado público, de un poder adquisitivo por encima de la media. ¿También la cocina es clasista? La respuesta es evidente: rotundo SI.
¿Qué moda es esta de degustar y comer en cucharillas de café?
ResponderEliminarHace tiempo fui con mis padres a un restaurante en el que ellos eligieron probar un menú de degustación. Aquí no consistía en ir probando cuchara por cuchara, sino en vasos más pequeños que los de un chupito, ahí les servía un camarero crema de atún con salsa de arándanos y tres o cuatro más que ya no recuerdo. El camarero les insistía la exquisita elección que habían hecho mientras yo me comía un buen plato y contemplaba la cara de mi padre que decía "en cuanto salgamos de aquí nos vamos a comer de nuevo".
DOnde esté un buen cocido que se quite la comida de pájaros!!!!
ResponderEliminarComo bien dices...comida moderna = carteras bien alimentadas...
yo me pregunto, ¿cómo alguien es capaz de pagar millonadas por comer menos o nada?
:)
Muy buen post María Gris!
Ese pulpo a feira tiene una pinta de vicio.
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